María Luisa Ortega es ejemplo de lo que significa la palabra gratitud. Tanto en los textos que se recogen en este libro, como en el testimonio de María Luisa misma, es evidente que la humanista, colega y amiga nuestra transgrede la alegoría del escritor romántico alemán Von Kleist en su Teatro de marionetas: sí es posible amar sin trauma, educar sin dejar heridas y conocer sin perder la inocencia ni la alegría de todo descubrimiento primerizo. Cada uno de los ensayos recogidos aquí hablan no solamente de Juan Rulfo, Virginia Woolf, la poesía española o el dilema sobre la muerte, sino sobre la conciencia ética del maestro que se enfrenta a un grupo de alumnos para transmitirle el amor por los libros y la importancia de la experiencia de la lectura en nuestra vida. ¡Y qué vivan las humanidades!