Visiones del indígena amazónico en Bogotá y Ecuador:

Visiones del indígena amazónico en Bogotá y Ecuador: Su inclusión y representación en proyectos expositivos

María Isabel Téllez Colmenares Asistente de curaduría Museos Colonial y Santa Clara, Bogotá/ Estudiante de maestría en Museología y Gestión del Patrimonio. Universidad Nacional de Colombia.

Hace 10 años, tuve la oportunidad de visitar por primera vez el Amazonas colombiano. En ese entonces era un lugar que consideraba lejano, del que casi nada había escuchado. Viajé con mi familia en un plan turístico, pero nuestras expectativas eran altas. Mis viajes familiares siempre estaban marcados por un interés por conocer la biodiversidad del lugar que visitábamos, especialmente después de que mi hermano comenzara a estudiar su pregrado en Biología. Y cuando nos aventuramos en el Amazonas este interés no se dejó de lado.

Sin embargo, al llegar a suelo amazónico, la realidad fue otra y se evidenciaron serios problemas sociales que hasta ese momento no había tenido en mente. Al pertenecer a un grupo grande de turistas que provenía del centro del país todo parecía exhibirse ante nosotros “en bandeja de plata”, exotizando tanto la fauna de la zona, con animales amarrados a cuerdas que ponían sobre nuestros hombros, como a las mismas personas de las comunidades cercanas que, vestidos con taparrabo, posaban para nosotros. Todo estaba listo para la foto y se hacía para satisfacer nuestra necesidad de entretenimiento, de deleite, de darle vida a un espectáculo del sufrimiento que se ocultaba a simple vista. Era casi como presenciar frente a nosotros un imaginario colonial que surgió en territorio europeo y que desde hace siglos nos ha permeado; una visión que aún hoy está presente entre nosotros como latinoamericanos; una visión que, aunque nos cueste aceptarlo, sigue vendiéndose y viéndose como una identidad representativa de esta zona y de las diversas culturas que habitan este vasto territorio.

Desde mi experiencia y hasta hace poco años, eran escasos los contextos y espacios desde los que las personas y comunidades lograban cuestionar este imaginario. Para mí, habiendo estudiado en un colegio internacional, el conocer la historia de mi país fue un proceso tardío. Fue solo hasta la universidad que comencé a adentrarme en él y en la complejidad misma de quienes me rodean, que aún pervive en nuestra cotidianidad.

En las universidades de esta zona de Colombia, las discusiones sobre el Amazonas, las personas que allí viven, su cultura y las complejas situaciones que los atañen suelen quedarse solo en algunos campos del conocimiento. Ha sido solo hasta hace unos años que se ha visto la necesidad de comenzar a hacerse preguntas y entablar conversaciones entre los mismos actores del campo de la cultura sobre estos temas, mientras que se ha tratado de difundir, aún desde una mirada externa, estos conocimientos y saberes que desde hace más de cuatro siglos se han ocultado frente a nuestros ojos. Los museos se han convertido en importantes espacios en los que se fomenta una constante discusión sobre la diferencia y la representación como herramientas para la construcción de una propia identidad y sentido de comunidad.

Pero entonces, ¿Cómo se ha construido la representación de las diferentes comunidades indígenas amazónicas desde los museos? ¿Por medio de las exposiciones y muestras se está realmente apostando por un modelo incluyente? ¿Qué tanta incidencia han tenido las mismas comunidades en el discurso que se construye sobre ellos mismos? ¿Cómo se divulgan estos contenidos más allá de las exposiciones? Las respuestas son complejas y difíciles de responder, pues depende de la institución que se analice. En este caso, y de manera breve, se introducirán dos muestras permanentes y temporales de museos que, desde ángulos distintos y temáticas diversas, se aproximan y buscan una participación de las comunidades que habitan el Amazonas a lo largo del proyecto expositivo, sobre las cuales se profundizará en el proyecto investigativo: una de las muestras es la propuesta curatorial y museográfica del Museo Pumapungo en Cuenca, Ecuador, visitado durante el viaje realizado, y la otra es una exposición temporal que se realizó en el Museo Nacional de Colombia, ubicado en Bogotá.

Zona arqueológica del Museo Pumapungo. Imagen tomada por: María Isabel Téllez Colmenares

Uno de los casos más interesantes que visitamos en Ecuador fue el del Museo Pumapungo, uno de los museos más reconocidos de Cuenca. Se configura como un complejo construido cerca a los vestigios arqueológicos del centro ceremonial de la antigua ciudad Cañari-Inca de Tomebamba. Sin embargo, más allá de la importancia que radica en la variedad de piezas tanto arqueológicas como etnográficas que alberga en sus acervos esta institución, uno de los elementos más valiosos, a mi modo de ver, es el gran esfuerzo que se ve en sus salas por construir curadurías y museografías a partir de un trabajo en conjunto con las comunidades indígenas de la zona.

Es el caso de la sala permanente Espiritualidades y Ritualidades: Cosmovivencia del Chamán, la primera que vimos en nuestro recorrido con Tamara Landivar, antropóloga, Directora Municipal de Cultura de Cuenca y antigua directora del Museo. A lo largo de la sala, y a través de diversos objetos tanto tecnológicos como tradicionales, se aborda el tema del poder de sanación y los ritos ancestrales que llevan a cabo diversas comunidades indígenas del Ecuador.

Para ello, según lo comentado por Landivar, siete chamanes fueron convocados a encuentros en las instalaciones del Museo y, de manera colaborativa, se construyó la curaduría y museografía de la sala. Por ello, en uno de los muros de la sala resaltan los nombres de estas siete autoridades territoriales, cuya tradición y aporte quedó plasmado en cada objeto e imagen que hoy hace parte de la sala. Además, este gesto resulta de gran importancia, pues no solo les da un reconocimiento a las comunidades, sino que se hace evidente el punto de vista externo a la institución desde donde se construye el discurso, diferente al círculo cerrado de producción museológica que funciona al interior de muchos museos, en donde son solo los trabajadores de la institución los que construyen los discursos curatoriales y museográficos que serán mostrados al público.

Vista de la sala Espiritualidades y ritualidades del Museo Pumapungo. Imagen tomada por: María Isabel Téllez Colmenares

A diferencia del caso anterior, en Colombia este tipo de iniciativas hasta ahora están consolidándose y no suelen ser mostradas en los museos ubicados en las grandes ciudades. Por ello, considero importante hacer un paralelo con una exposición temporal que se realizó hace quince años y que se centra en el Amazonas colombiano, siendo esta apenas un ejemplo que nos permite analizar cuál fue el punto de vista desde donde se construyó el discurso, por qué tipo de institución, quienes intervinieron en el proceso y cómo fue su puesta en escena. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que estos temas se tratarán con mayor profundidad a lo largo de la investigación, y este texto será apenas una introducción a esta muestra.

Una de las exposiciones más interesantes y que, de alguna manera, abrió paso a las comunidades del Amazonas en Bogotá se titula Llegó el Amazonas a Bogotá, realizada en 2009 y construida en conjunto entre los equipos del Museo Nacional de Colombia, el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) y la organización sin ánimo de lucro Fundación Tropenbos Internacional.

Se trató de una muestra cuya iniciativa se enmarcaba en una línea temática de proyectos expositivos llamada Imágenes de nación. En esta, siguiendo el marco legislativo de la Constitución Política de Colombia de 1991, donde se establece que el país está conformado por múltiples etnias y culturas, el Museo Nacional hizo un esfuerzo por responder a las demandas de diversas comunidades que hasta ese entonces no se sentían representadas dentro de las salas de la institución. Además, teniendo en cuenta que se trata de una entidad adscrita al Ministerio de Cultura, debía configurarse como un espacio en donde convergieran las voces de individuos de diversos sectores cuyos relatos han sido invisibilizados por la Historia oficial. Es en este contexto donde tuvo lugar la exposición.

La muestra fue curada por Margarita Reyes y Cristina Lleras, quienes para ese momento hacían parte del equipo de Curaduría de Etnografía y Arte del Museo Nacional, respectivamente. A su vez, fueron las encargadas de abrir diversos espacios de concertación con miembros de las comunidades del Amazonas que llevaron a establecer los puntos en los cuales se iba a basar la exposición. En esta, entonces, no solo se exploró el concepto de frontera, pero no sólo de la Amazonía como un espacio geográfico que cuenta con límites administrativos entre Estados nacionales, sino que también en él confluyen diferentes tipos de límites, como las divisiones culturales, misionales, étnicas y extractivas que se han profundizado desde hace siglos en este territorio, y que a su vez permiten que en ellas surjan con la misma fuerza espacios de encuentro, conflictos e interacciones entre sus pobladores. Se trata de complejidades que además comparte la Amazonía en su totalidad. Por medio del discurso curatorial y el diseño museográfico realizado para esta muestra, se podía observar una cuidada disposición de diversos documentos, fotografías, videos y obras de arte que daban cuenta de cómo las comunidades indígenas habían vivido los diferentes procesos económicos, sociales y evangelizadores que habían ocurrido en la zona.

Pese a la riqueza de lo anterior, uno de los elementos más interesantes producidos en el marco de esta exposición fue su catálogo. A lo largo de sus páginas, plagadas de imágenes, se deja de lado un enfoque académico hacia este territorio y se abre un espacio a algunos individuos, tanto habitantes de algunas comunidades de la región amazónica como a académicos que han dedicado gran parte de su vida a estudiarla, para que cuenten brevemente algunas anécdotas que den cuenta de su relación con este territorio: siete hombres y mujeres de las diferentes etnias de esta región, algunos chamanes, otros vinculados a la Universidad Nacional de Colombia o a la Fundación Tropenbos, pero todos defensores de su territorio y sus tradiciones, cuentan su historia de vida desde un punto de vista íntimo y personal; en el caso de los investigadores, estos narran cómo fue su primera aproximación a la Amazonía y las comunidades que habitan este territorio.

Es a partir de este antecedente que surgieron proyectos expositivos en museos de la capital colombiana como el de Saberes de pupuña, el chontaduro en la Amazonía, realizado en 2014 en la sala de exposiciones temporales del Claustro de San Agustín de la Universidad Nacional de Colombia, o Tiempos de curación. Renovar el mundo desde el Amazonas, inaugurado a finales del 2023 en el Museo del Oro, y que también con el apoyo del ICANH y la Fundación Tropenbos. Estas exposiciones se investigarán y analizarán de manera detallada a lo largo de los meses siguientes del seminario.

A modo de conclusión, se puede establecer que los procesos expositivos del Museo Pumapungo en Ecuador y el Museo Nacional de Colombia funcionan de manera distinta y han establecido a lo largo de los años una relación diferente con las comunidades amazónicas. Mientras que en Ecuador la cercanía de los museos a estas comunidades parece ser mayor, por lo menos desde las instituciones museales que visitamos a lo largo del viaje, en Colombia es apenas una relación que se está consolidando. El hecho de que los pueblos amazónicos no sean una temática que recurrente o permanente en las salas de los museos de la capital colombiana hace visible cómo históricamente estas comunidades han sido olvidadas por el Estado, y solo  después de una norma jurídica se ha llevado a cabo un intento por construir un discurso que tenga en cuenta las necesidades, problemáticas, tradiciones y puntos de vista de las comunidades.

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